El pensamiento de hoy nos habla de un trabajo a realizar.

Hay personas que piden acción ante la magnitud de los problemas: acción, acción, menos palabras.

Pero a veces confundimos la acción con las gestas de los libros de caballería.

La acción es también el trabajo callado, día a día, en las cosas cotidianas: haciendo uso de la energía de la buena voluntad. Intentando ser impecable de pensamiento y obra.

Esa es la acción que todos podemos contribuir, y entonces cada vez será menos necesaria la de las grandes gestas.

Acaba de terminar la Semana Santa, llena de simbolismos: es buen momento para llevar esos símbolos a cada uno de nuestros intercambios en la vida diaria.

A eso se refiere Aïvanhov cuando nos pide que trabajemos en traer el Reino de Dios a la tierra.

Una Escuela iniciática… Es hora de que nos hagamos una idea más precisa de lo que realmente es, o en cualquier caso, de lo que debe ser. Demasiados se imaginan todavía que es allí donde conseguirán clarividencia, poderes mágicos y toda clase de facultades paranormales que les permitan satisfacer su necesidad de hallar lo maravilloso, lo raro, o incluso solamente de saciar sus deseos y sus ambiciones.

Pues bien, no, la verdadera razón de ser de una Escuela iniciática, es la de llevar a los humanos a trabajar sin cesar para la realización del Reino de Dios en la tierra, es decir la fraternidad entre los humanos. Aquél que se decide a emprender este trabajo, no necesita ser un mago, un clarividente ni poseer poderes excepcionales; sólo necesita ser más sabio, más puro, más desinteresado, más dueño de sí mismo.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (!900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: madre bañando a sus hijos en el barrio cristiano de Pilkhana, Bengala, India, 24 marzo 2010

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