Dar las gracias tiene un gran efecto sanador.
El pensamiento de hoy es muy directo pero no debe molestar.
Hay muchas cosas que agradecer pero tantas veces dejamos que el descontento nos invada.
Todos los instructores espirituales hablan de la regeneración interna que produce esta palabra y esta actitud: “gracias”.
Gracias a la lluvia, al sol, a estar vivos y a tantas cosas. Gracias a alimentarnos tres veces al día.
Gracias por poder vivir la paz interior, el que decida vivir esa paz.
Gracias por trabajar con la mirada en lo alto, el que decida trabajar así.
Gracias a tantas cosas, y sobre todo a la posibilidad de descubrir quiénes somos.
Las cumbres esperan que las hollemos.
Alguien que se siente muy desgraciado viene a verme para explicarme sus motivos. Le pregunto: «¿Ha dado las gracias hoy? – ¿Dar las gracias…? ¿Pero, a quien? ¿Y por qué? – ¿Usted puede andar, respirar? – Si.- ¿Ha desayunado? – Si. – ¿Y puede abrir la boca para hablar? – Si. – Pues bien, de gracias al Señor. Hay personas que no pueden andar, ni comer, ni abrir la boca. Usted se siente desgraciado porque jamás ha pensado en dar las gracias. Para cambiar su estado, sería necesario en primer lugar que reconociera que no hay nada más maravilloso que el hecho de estar vivo, poder andar, mirar, hablar.»
Los humanos tienen miles de motivos para dar las gracias, pero no los ven. Son ingratos. Por esto el Cielo les hace pasar por pruebas, simplemente para enseñarles a ser, por fin, agradecidos.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Imagen: Pintura de Nicholas Roerich: “Shekar Dzong”, 1928