En alguna ocasión sentimos que vamos protegidos, acompañados.

Casi siempre ocurre cuando estamos limpios de corazón y actuamos con motivos puros. Es una presencia sutil.

Es una presencia que nos dice: “sigue, llevas mi escudo, nada hay que temer”. Nos da fuerza.

Tenemos que hacer hueco en nuestro interior para que esa presencia habite, se instale. Cuanto más puro nuestro pensamiento, cuanto más limpio el corazón, más nos habitará. Es una ley universal.

Y cuanto más nos habite nos dará, en verdad, la fuerza del cedro.

Mi Escudo asegura tu victoria.
Sé como el Arpa de Eolo para el aliento de M.
Llegarás a Mí por medio del amor.
Conferiré a tu espíritu la fuerza del cedro.


Las Hojas del Jardín de Morya I, La Llamada, sutra 65- 1924, The Agni Yoga Society, N. York