Hoy se nos habla de ser los protagonistas en “abrir las fuentes de la vida, del amor y del gozo”.

Normalmente esperamos que todo ello nos venga desde el exterior, pero el proceso es el inverso.

La llave la tenemos nosotros, y ello significa que realmente somos creadores de nuestro universo desde el inicio al final del día.

En la sociedad abundan dos patrones que se han convertido en patología: el victimismo y el egocentrismo.


El elemento común a ambos es el mismo: descargar la responsabilidad en “los otros”, nunca en uno mismo.

El nudo a deshacer está dentro, y cuando se deshace el cambio es profundo y duradero.

Tenemos tesoros enterrados en nuestro interior, poderosos y potentes… Por ello en el Evangelio de San Juan se nos dice aquello de “sois Dioses”.

Las fuentes de la vida, del amor y del gozo siguen a la espera de que las visitemos o ignoremos cada día.

«No esperéis que sean los demás los que os aporten la vida, el amor, el gozo. Sois vosotros primero los que debéis abrir las fuentes de la vida, del amor y del gozo. Para recibir, hay que empezar por dar. ¡Y poseéis tantos tesoros enterrados dentro de vosotros! ¿Por qué no transparentarlos al exterior? Dejad de lado todas las razones que tenéis para estar tristes, buscad más bien las que tenéis para estar alegres. Con la alegría damos, y con la tristeza tomamos. Si algunos días ya no podéis reír, es porque os habéis apartado del camino justo.

Tenéis preocupaciones… y os encontráis con un pariente, con un amigo, o con un simple conocido: esforzaros por recordar algo interesante, agradable para poder contarle, o incluso una anécdota divertida. ¡Reíros juntos! Haciéndole el bien a él, os lo haréis también a vosotros mismos, porque lo que él sienta os vendrá devuelto como un eco y aligerará vuestra carga.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: Escena en un colegio en Quang Tri, Vietnam, 30 de septiembre de 2014 (Jesús Vázquez)