Volvemos a estas notas breves, que nos hablan de lo que somos.

Ahora empezamos a recordar como si despertásemos de un largo sueño.

Se nos dice que nuestra vida puede ser más rica y más bella cada día.

Mirando dentro, en la quietud del alba, cada uno de nosotros puede identificar todo lo que merece ser bendecido, agradecido y consagrado.


La lista será muy larga.

En esas tres actitudes hay un arte de vivir, un quitar los velos.

Cuando quitamos los velos vemos la esencia, lo que es.

Bendecir, agradecer, consagrar: la vida nos invita cada vez.

Contrariamente a una opinión generalizada, el trabajo espiritual necesita pocos conocimientos, pero con la condición, por supuesto, que conlleven lo esencial y que se esté decidido a trabajar. Cada verdad es como una semilla, que se siembra y, a partir de esta semilla comenzará a crecer todo un árbol. He aquí el verdadero saber, y aquél que posee este saber nunca se siente solo ni abandonado, y cualesquiera que sean las dificultades, encuentra una salida.

¿Queréis que cada día vuestra vida sea más rica y más bella? Bendecid todas las criaturas que encontráis, todos los objetos que tocáis. Dad gracias al Señor por todo lo que recibís, tanto las alegrías como las penas, y consagradle cada una de vuestras actividades. Todos los libros de todas las bibliotecas de la tierra nunca substituirán estas tres prácticas: bendecir, agradecer y consagrar. Haced de ellas una norma para toda vuestra existencia.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: las dehesas de El Escorial, 31 diciembre 2012, foto de Fermín Tamames