«La desnudez es un rasgo característico de la verdad. En efecto, sólo la verdad está desnuda. Así pues para elevarse hasta esta desnudez que caracteriza a la verdad, cada uno de nosotros debe trabajar para liberarse de todas las capas opacas que hay en él, que le hacen impermeable a las influencias del mundo divino. Cuando alcanza esta desnudez, puede ir muy arriba para recibir mensajes, consejos, la sabiduría, el amor, la ayuda de Dios.
Ante el Cielo hay que presentarse desnudo, es decir despojado de nuestro egoísmo, de nuestros cálculos, de nuestras opiniones erróneas. Cuanto más nos despojamos, más nos elevamos. Después, cuando descendemos – porque siempre estaremos obligados a bajar de nuevo: mientras permanezcamos en la tierra, es preciso asumir también los deberes de la tierra – nos «volvemos a vestir», es decir, retomamos nuestras actividades, nuestros proyectos, las relaciones con nuestra familia, nuestros amigos, vecinos, etc. Para la tierra, para la sociedad, es necesario vestirse un poco, pero no para el Cielo. El Cielo sólo ama a los seres «desnudos».»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Song of Shambala, Nicholas Roerich, 1943