La fiesta de Wesak ha sido ocasión de estar en silencio, en comunión.

El pensamiento de hoy nos recuerda esa comunión en la que podemos conectar con nuestro centro divino.

No es una quimera, pero requiere disciplina, práctica, eliminar cosas que sobran.

Si, cada hora podemos hacer una pausa para cerrar los ojos y buscar ese centro durante un minuto.

Quince minutos al día para buscar ese encuentro, en silencio. ¿Quién no tiene quince minutos?

Notaremos, como se nos dice, que interiormente nos volvemos más libres, más fuertes, más seguros…

El manantial interior espera a que lo descubramos y está siempre dispuesto para enviarnos el agua celestial.

Conectados con el Cielo sentiremos la gloria de estar vivos, aquí en la tierra.

No dejéis pasar ni una sola jornada sin conectaros con el Cielo, sin meditar, sin rezar… Porque no hay nada más importante ni más saludable para vosotros que regocijarse en las actividades espirituales. Varias veces al día, deteneos durante unos minutos y tratad de encontrar, dentro de vosotros mismos, vuestro punto de equilibrio, vuestro centro divino…

Empezaréis a sentir entonces que, en todas las circunstancias de la vida, poseéis dentro de vosotros un elemento eterno, indestructible… Y aunque no obtengáis de ello ningún beneficio en el plano material, interiormente os volvéis más libres, más fuertes, más seguros, planeáis por encima de los acontecimientos. Este trabajo espiritual es la única riqueza, el único bien verdaderamente vuestro. Todo lo demás puede seros arrebatado: únicamente vuestro trabajo os pertenecerá para siempre.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Foto: vaqueros en las proximidades del Gobi Occidental, Mongolia, 19 junio 2007