Cada día recibimos una llamada.

Es un destello fugaz, breve.


Es la llamada de la Luz, que nos invita a vivir desde la pureza y la verdad, como instrumentos del Divino en la tierra.

Nos llegan muchas otras llamadas, normalmente disfrazadas de hermosas formas.

Con frecuencia nos olvidamos de la Luz.

Y se pasan los años.

Y se pasa la vida.

La semilla divina está dentro, pero requiere que la activemos.

Nadie lo hará por nosotros.

El maestro enseña el amor. Benditos los que le sigan.

Os confiero Mi Sabiduría.
    No soy un puente construido con promesas,
    sino, en verdad, la Luz que os llama.
    Enseño el amor. Mis discípulos deben obtener la felicidad
    en el amor de Cristo.

Las Hojas del Jardín de Morya I, La Llamada) sutra 27 (1924), Agni Yoga Society, Nueva York. Imagen: La Fr ançaise, 3 octubre 2013 (Lu Torralba)