Nuestra energía se ve afectada por muchos factores. Uno de ellos es la energía de los demás.
La energía colectiva afecta a la energía de cada uno. Cuando la energía que nos rodea es negativa, podemos vernos envueltos en esa corriente.
Hay hoy, magnificada por el acceso inmediato a lo que pasa en el mundo, una corriente negativa que nos envuelve y que condiciona gran parte de la información que nos llega, en forma de titulares, noticias, mensajes.
Esa energía debe ser contrarrestada. Nuestra única arma es el pensamiento pues “la energía sigue al pensamiento”.
Nuestro pensamiento puede generar un aura protectora alrededor nuestro. Ese aura no es un manto egoísta para aislarnos el mundo, es más bien un manto que nos protege y fortalece para que podamos contribuir al mundo con fuerza y con alegría, con nuestro trabajo y con nuestra mirada.
Nos corresponde a nosotros crear ese manto, ese aura, para que las energías negativas que se mueven por doquier en el mundo no nos condicionen. El aura, ese escudo, nos protege de las flechas.
Protegidos por ese escudo, podemos estar en la tierra plenos. Podemos ayudar al sol en su labor vivificadora. Podemos contribuir. Desde nuestro centro.
Eso debe darnos confianza.