Nos habla hoy Aïvanhov de los espíritus evolucionados que vienen a instalarse dentro de nosotros.

Uno de ellos es nuestro propio espíritu incondicionado, en su dimensión plena.

Hay que hacerle espacio. Si no lo hacemos, no morará en nosotros, y seremos solo carcasa, carrocería, materia.

Todos los maestros nos dicen que podemos resplandecer y sin embargo la mayoría de seres humanos no lo hacemos.


Pero hay niños y adultos que resplandecen.

Con frecuencia, la mujer resplandece en el embarazo, pues lleva en su interior a un ser recién encarnado, casi en su dimensión espiritual…

Lo que pensamos, lo que comemos, lo que hablamos, lo que hacemos, son palancas para resplandecer o para apagarnos. Muchas de nuestras actividades cotidianas nos apagan en vez de ayudarnos a resplandecer.

Hay una preciosa llamada a que resplandezcamos como un día luminoso, lleno de sol.

Ese resplandor es nuestra realidad última, pero hay que recrearlo, aquí en la tierra.

Cada error que cometemos con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos aleja a ciertas entidades espirituales que se hallaban en nuestro interior, porque no pueden soportar semejante desarmonía. Los espíritus inferiores la soportan muy bien, pero los espíritus luminosos nos abandonan. Llevad durante algunos días una vida desordenada y comprobaréis que los obreros del Cielo os han abandonado: no conseguiréis reencontrar vuestra paz, vuestra ligereza, vuestra inspiración. Comprended que vuestro futuro depende de la correcta comprensión de esta verdad; es a través de vuestra actitud que alejáis o atraéis los espíritus luminosos. Sólo depende de vosotros que los espíritus más evolucionados vengan a instalarse en vuestro corazón y en vuestra alma. A partir de este momento, os convertiréis en dueños de vosotros mismos, y entraréis en posesión de vuestro verdadero rostro de hombre: resplandeceréis en el espacio cósmico y hasta las estrellas, transmitiendo a las plantas y a los astros las vibraciones más sutiles. Aceptad esta verdad y poseeréis la llave poderosa de la realización.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: las dehesas de El Escorial, 31 diciembre 2012, foto de Fermín Tamames