«De ciertas personas habitadas por el odio, la violencia y el espíritu de destrucción, se ha dicho que, la hierba deja de crecer por donde pasan. Se trata de una imagen, pero no es exagerada. Y de otras personas, por el contrario, que están llenas de amor y de bondad, se ha dicho que dejan por todas partes a su paso unas huellas tan beneficiosas que, sin saber porqué, los que se acercan a ellas se sienten iluminados, reconfortados, vivificados.
¡Que el conocimiento de esta verdad os inspire la voluntad de manifestaros por todas partes como una presencia benéfica! En todos los lugares donde os encontréis, durante algunos instantes al menos pensad en formular los mejores deseos: «¡Que todos aquellos que vengan a este lugar se sientan alcanzados por la luz! Puesto que todos son hijos de Dios, ¡que se sientan inspirados por el deseo de trabajar para la paz, para la fraternidad!» Cuando se trata de seres queridos, ¿es acaso necesario deciros que deseéis las mejores cosas para ellos? No, lo hacéis espontáneamente, porque vuestros sentimientos os impulsan a ello. Entonces, ¿por qué no pensar espontáneamente en formular también los mejores deseos para el mundo entero?»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amaneciendo el Foncebadón (León), Camno de Santiago, 31 diciembre 2015 (El Trasgu de Foncebadón)