Hoy traemos hermosa reflexión de Tagore sobre la alegría.

Muchas veces hemos hablado en estas notas de la alegría profunda, que llena a aquel que está en contacto con el alma.

Es la alegría de la serena expectación, que no depende de lo externo.

Así, el frío del invierno, el calor del verano, el simple vivir, con todos sus problemas, pueden ser fuente de la alegría profunda.

Nos habla Tagore de luchar el mal, que también puede leerse como intentar siempre hacer el bien, sin dejarnos engañar por nuestro ego.

¿De qué depende esta alegría que puede manar cada día, en cada instante? ¿Cómo podemos recrearla?

La respuesta siempre es la misma: viviendo la consciencia de lo que somos, abandonando la identificación con lo material para vivir desde la materia nuestra naturaleza espiritual.

Si, la figura humana, noble y bien parada, puede estar en el perfecto equilibrio…

Que nosotros lo hagamos verdad, renunciando a todo lo que nos degrada y disminuye.

Y la alegría está en todas partes, está en la verde cubierta de nuestro planeta, en la azul serenidad del cielo, en la temeraria exuberancia de la primavera, en la severa abstinencia del gris invierno, en la carne viva que anima nuestro cuerpo, en el perfecto equilibrio de la figura humana, noble y bien parada, en el vivir, en el ejercitar nuestros poderes, en el aprender, en el luchar el mal… La alegría está en todas partes.

Rabindranath Tagore, 1861-1941. Imagen: niña en la sala de espera del dispensario de Pilkhana, India, 3 febrero 2012