Hablamos con frecuencia de vivir desde la consciencia superando lo mecánico.
Esta consciencia puede evocarse en todas las actividades de la vida, empezando por las más cotidianas.
Hay un manantial dentro, cuyo rumor nos llega cuando vivimos conscientes.
El sol espiritual brilla con fuerza cuando finalmente es descubierto.
Es fácil sin embargo estar muy distraídos. Con frecuencia nos decimos: “no tengo tiempo; no es el momento; la vida es demasiado complicada”.
Y los años y las décadas se pasan sin que sigamos sin tener tiempo, sin que la complicación de la vida afloje.
Y el reloj sigue avanzando…
La posición de loto como en la pintura de Roerich nos ayuda a centrarnos.
Varias veces al día, en el pequeño altar del hogar, podemos buscar esta postura de respeto y de silencio para intentar encontrar el manantial.
Y en torno al manantial, puede que una voz nos hable.
Seáis conscientes de ello o no, todo lo que os rodea os influencia. Pero precisamente lo importante es tomar conciencia de ello para realizar un trabajo beneficioso sobre vosotros mismos. En el momento que sintáis que una criatura, un objeto o un fenómeno de la naturaleza os influye favorablemente, esforzaos en abrir conscientemente vuestras puertas interiores para que estas influencias penetren en vosotros profundamente. Si no os abrís, incluso las mejores cosas seguirán siendo ineficaces, no os alcanzarán.
Id a un manantial, a una fuente que brota, e imaginad que es en vuestro interior donde esta fuente brota y fluye… Acercaros al sol, contempladlo, abríos ante él para que despierte en vosotros el sol espiritual, su calor y su luz… Id junto a las flores para preguntarles el secreto de sus colores, de su perfume, y escuchadlas, para aprender vosotros también a extraer las quintaesencias más perfumadas de vuestro corazón y de vuestra alma…
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: pintura de Nicholas Roerich: Agni Yoga II (1928)