«Cuando uno ocupa el lugar que le corresponde, todas las cosas alrededor parecen ordenarse. Cambiamos la disposición del mundo interno y, como arte de magia, el mundo cambia. Basta no desplazar a nadie, no usurpar el lugar de nada, para encontrar nuestro lugar y facilitar que cada quien a nuestro alrededor encuentre el suyo. Es suficiente hacer el vacío, soltar el lastre, renunciar, para posesionarse del Ser. En la total entrega triunfa el Ser; en el morir a lo que no es nace el Ser: son esas las paradojas del sendero.

A él se entra por la puerta de la levedad, por la gracia de la sencillez, por la apertura de la humildad. La puerta es interior y su llave secreta está en el corazón”.

Jorge Carvajal Posada, “Por los senderos del alma”, página 4, Editorial Viavida (2003). Imagen: en el sendero hacia La restinga, isla de El Hierro, 1 de marzo de 2016 (cortesía de Berta Grasset)