Acudimos a estas niñas para hablar de la pureza a que se refiere Jesús.

Es la pureza de la recta intención, de la limpieza de ánimo.

Hay seres en el mundo que viven esta pureza: algunos niños, algunos adultos.

Pueden ser muchos millones. Quizás lo somos nosotros en los momentos de autenticidad.

Unirse a esta pureza  para tocar el espíritu, que puede que nos llame, que seguro que nos llama, he aquí una misión poderosa.

Cada uno debemos averiguar qué cargas carnales nos sobran.

Hay que desprenderse de esas cargas.

La puerta de este reino no está en lo alto;  el que entra por ella debe ir de rodillas: no es ancha y nadie puede atravesarla con cargas carnales.

El yo inferior se debe transformar en espíritu; el cuerpo debe limpiarse en las aguas vivas de la pureza.

El Evangelio Acuario de Jesús el Cristo, Levi H. Dowling,  capítulo 29, sutras 21-22. Foto: niñas en la Residencia de Anand Bhavan, Calcuta, mayo 2010