«Para su salvación, la humanidad necesita que se creen por todas partes centros fraternales, focos de luz, porque la luz regocija y atrae a los habitantes de las regiones superiores. Con sus cantos, sus meditaciones, sus oraciones, los hombres y las mujeres del mundo entero deben aprender a enviar a través del espacio señales luminosas que las entidades celestiales captan desde muy lejos. Cuando en medio de la oscuridad espiritual que rodea a la tierra, descubren estos rayos de luz, se sienten atraídas por su claridad y vienen a contemplarlas derramando sus bendiciones. De este modo, progresivamente, los humanos aprenden a convertirse en ciudadanos del mundo de arriba. Y como se han convertido en ciudadanos del mundo de arriba, pueden ser benefactores del mundo de abajo.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: mujer en Kolkata, febrero 2012 (cortesía de Olga María Diego Thomas)