Aïvanhov nos ofrece hoy un pensamiento muy importante.
La Humanidad vive atenazada por el miedo a la muerte, y está atrapada en su afán de poseer, de dominar, de imponerse sobre los demás y de satisfacer todos los deseos precisamente debido a nuestra concepción finita de la vida.
Pero la única fuerza es la vida, en sus diferentes manifestaciones.
Es una vida sin límites, a la que nosotros ponemos límites y encerramos en un pequeño cajón.
Urge que alcemos nuestras miradas más allá de nuestro pequeño yo para empezar a comprender la maravilla de la creación y la continuidad de toda vida. Y en ese momento recuperaremos la concepción de lo sagrado de la vida.
Urge que miremos dentro para redescubrir quiénes somos realmente.
Se nos ofrece el Universo, pero nos aniquilamos por un pedazo de tierra. Matamos por las baratijas.
Pero podemos cambiar nuestra forma de pensar. Podemos empezar a vivir.
En todas partes del universo vemos como actúan estas dos fuerzas que son la vida y la muerte. Pero en realidad, la única fuerza verdadera es la vida, porque nada existe fuera de la vida. La muerte está contenida en la vida, no es más que un cambio de plano, un cambio de forma, de vestuario, un desplazamiento para cumplir una nueva misión, una modificación del estado de conciencia.
Una transformación de la vida no puede ser el final de la vida. La vida y la muerte se dan la mano y trabajan juntas para la evolución. La muerte no es más que una ilusión. ¡Cuántas veces ya hemos pasado todos por lo que se llama la muerte! Y aquí estamos, vivos de nuevo… Sólo existe la vida ininterrumpida, la vida sin límites.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos (www.prosveta.es).