Hoy se nos ofrece una idea muy poderosa.
Se trata de subir a las regiones donde reina la pureza y la verdad.
Subimos allí, en busca de los diamantes verdaderos, y luego bajamos a repartirlos.
Esos diamantes otorgan luz, calor, vida.
En esa Patria celestial la fuente mana sin cesar, y allí no caben ni la mentira ni la traición.
Todos los días, varias veces, podemos subir y bajar recargados.
Poco a poco ese hábito nos irá transformando por dentro y por fuera.
Poco a poco, podremos entrar en esa patria sin movernos, y estará allá donde estemos.
Los que son Instrumento conocen el gran secreto.
«¿Queréis ayudar, apoyar a vuestra familia, a vuestros amigos? Esforzaos en elevaros hasta el mundo divino para recoger la paz, la luz, y volved a continuación para distribuirlas. ¿Qué puede aportar un hombre débil, pobre e ignorante? Incluso, poniendo todo su buen corazón, a menudo sólo agrava las cosas. El único medio de ayudar a los demás, de salvarlos, es volver cada día arriba, a nuestra Patria celestial, que hemos abandonado por un tiempo, y allí, amontonar los tesoros que les llevaremos. Si no, ¿de qué naturaleza será esta ayuda?
Ciertamente vosotros mismos habéis hecho esta constatación. Sí, ¿no hay algunas personas a las que preferís no hablarles nunca de vuestras preocupaciones, porque sabéis que, bajo el pretexto de venir a ayudaros, lo complicarán todo? Entonces, si no queréis ser una de estas personas en quien se evita confiar para no atraer nuevas dificultades, comenzad por ir a buscar en el mundo divino las luces y las riquezas, y podréis después beneficiar a los demás.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: bosques de Sant Esteve del Llop, Girona, 7 enero 2014 (Maria Jose Mas)