Decía Borges en voz de su precioso personaje Funes el memorioso que “nos olvidamos de todo, de casi todo”.

Un día nos llegan unas palabras que evocan algo muy profundo en nuestro interior.

Es un eco que resuena, pero que no sabemos ubicar.

Cada vez resuena más fuerte hasta que un día aparece un camino…

Resulta ser el camino que habíamos extraviado.


El polvo, se nos dice, ha ocultado lo que ya sabíamos.

Hemos vivido eones y eones extraviados, sin reconocernos.

Hoy, en este día, hay un propósito de reencuentro, de volver a donde pertenecemos.

De volver a casa.

«A veces, las palabras de un sabio resuenan en vosotros de tal manera que pensáis: «Pero todo esto, yo lo conozco… ya lo sabía… lo he aprendido en alguna parte… ¿cómo he podido olvidarlo?» Lo habíais olvidado porque, desde entonces, os habéis extraviado por caminos cuyo polvo acabó ocultando esas verdades. Pero esas verdades permanecen ahí, enterradas, dormidas en vosotros, y es preciso que alguien venga a despertarlas. Entonces llama a vuestra puerta, proyecta algunos rayos de luz, y he ahí que recuerdos milenarios afloran. Para algunos, este proceso se realiza con rapidez; para otros, será preciso esperar todavía mucho más tiempo.

Si debemos escuchar la palabra de los sabios, es para reencontrar lo que ya sabemos. Sí, los sabios sólo nos hablan de lo que ya sabemos, pero que dormita todavía en nuestro subconsciente. Este saber, es el Creador que lo ha inscrito en nosotros desde el principio y sus palabras actúan como un eco.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: viñedos en Napa Valley, California, 3 julio 2013 (Olga María Diego)