En momentos de lucidez muy puntuales de nuestras vidas, muchas personas comprendemos el mensaje de fondo del pensamiento de hoy.

Sin embargo, el día a día, con sus dificultades y tensiones, no ayuda a esa comprensión, sino que nos aleja diametralmente de ella.

El mundo atraviesa además una fase de miedo y de temor al futuro, alimentado como nunca por nuestros propios comportamientos irresponsables y por unos medios de comunicación voraces y sensacionalistas, que dirigen el sentir (y sufrir) de las personas.

La única forma de escapar a ese miedo es entrar en contacto con el interior, donde las grandes verdades van poco a poco cayendo por su propio peso.

Y la gran verdad es que cuando una persona encuentra el silencio y la ecuanimidad, empieza a ver a Dios en todas partes: y por encima de todo en el otro.

He aquí un gran misterio. Pero es imposible atisbarlo si estamos aferrados a conversaciones, actividades, programas y lecturas vanas, al frenesí en que se ha convertido la vida de los humanos.

El veneno hace su trabajo inexorablemente, y nos dejamos envenenar.

Pero existe el antídoto: es esa nueva fuerza de la que habla el pensamiento de hoy.

Una fuerza limpia, potente, liberadora, que nos permite probar la Bienaventuranza plena, renovarnos con una nueva santidad.

Cuando uno ha llegado al estado en que se percibe la presencia de la Divinidad en cada ser, cuando cada instrumento de conocimiento trae la experiencia de esa Divinidad, cuando solo ella se ve, se oye, se prueba, se huele y se toca, el hombre se convierte indudablemente en parte del cuerpo de Dios y vive en El y con El. Cuando asuman este deber hacia su propio progreso tendrán ustedes una nueva fuerza desde el primer momento, vibrarán con una nueva y más pura alegría, probarán la Bienaventuranza plena, se renovarán con una nueva santidad.

Baghavan Sri Sathya Sai Baba (1926-2011). “Sadhana, el sendero interno”, Ediciones Shatya, p27. Foto: mujer en Abu Road, India, 3 mayo 2009