Hoy se nos habla de las palabras mágicas, aquellas llenas de luz y de amor.

Normalmente, nuestras palabras y pensamientos están envueltas en lo contrario: crispación, violencia, muchas veces odio.

Nos habla Aïvanhov de gobernar la materia cuando la luz y el amor son los conductores del verbo.


La imagen de Jonás desde el Karakorum indio nos habla de la pureza de las montañas, donde reina el silencio.

Aquí, en el valle, el aire está contaminado por la palabra hostil, por el insulto, por el circo, en su peor acepción.

Pero también hay espacio para construir la palabra en torno a la luz y el amor.

No es tarea fácil. Es el gran reto.

Los que lo logran verán siempre un cielo azul y una nieve virgen.

Los que lo logran construyen en el mundo visible e invisible.

En la cumbre, el silencio es absoluto y no sobra una palabra.

Un mago es un creador que posee, en primer lugar, una ciencia. Pero esta ciencia debe también ser sostenida y vivificada por el amor. Entonces, las palabras que pronuncia son verdaderamente palabras mágicas porque están llenas de esta luz y de este amor que las hacen poderosas hasta el punto de gobernar a la materia. La palabra sólo puede ser realizadora, sólo puede actuar sobre la materia para modelarla si está llena de amor y de luz. Y a cada criatura de Dios, como vosotros, le es dado poseer un día esta palabra mágica. Si también vosotros trabajáis con la luz y con el amor, vuestras palabras producirán efectos en toda la creación, en el mundo visible y en el mundo invisible, y pondrán en marcha no sólo a los humanos, sino también a los espíritus de los cuatro elementos, a los ángeles, a los arcángeles y a las divinidades.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta.  Imagen: Expedición Mamostron-Kangri (India), agosto 2011 (foto de Jonás Cruces http://www.todovertical.com/)