El pensamiento de hoy tiene que ver con el antiguo adagio “los pies en la tierra, la mirada en el cielo”.

Los seres humanos estamos todavía lejos de tratarnos con consideración y respeto, y aún más lejos de tratarnos con amor.


Como consecuencia, la vida en la tierra,  a pesar de tantos progresos, es tantas veces el infierno en vez de el cielo que debiera ser.

Pero a pesar de ello, existen unas regiones donde podemos recargar y alimentar nuestra divina esencia.

En esas regiones, que son estados de consciencia, podemos trascender las limitaciones del cuerpo y de la mente y elevarnos, para observar otro panorama.

El ejercicio, un día tras otro, genera cambios profundos en el observador.

Por eso las distintas enseñanzas hablan de recrear el Reino de Dios, aquí y ahora.

Todos tenemos la semilla interior que nos puede llevar a una radical transformación interior, cuya consecuencia última será vivir en armonía y alegría, desde la buena voluntad y desde el amor.

La semilla nos sigue pidiendo que la reguemos cada día.

«Los pensamientos y los sentimientos son corrientes de fuerza. Es por ello que debéis siempre vigilar la calidad de lo que aceptáis en vuestra cabeza y en vuestro corazón; esto tiene que ser, incluso, una de vuestras preocupaciones esenciales. Cada día intentad consagraros, al menos durante algunos minutos, a una actividad que os una a las regiones de la luz. Escoged una ocupación que os obligue a atraer y a guardar las imágenes más bellas, los estados de conciencia más elevados, consideradla como el momento más importante del día, pensad que de este momento depende vuestro futuro, vuestra salvación.

Al principio, tal vez no veréis las consecuencias benéficas de estas actividades. Pero continuad, os aparecerán un día: poco a poco, os sentiréis habitados por algo muy grande, muy puro y, cualquiera que sea lo que os suceda, esta presencia en vosotros os dará la fuerza, la paz y la alegría. «

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: niña en el colegio, Quang Tri, Vietnam, 1 octubre 2014 (Jesús Vázquez)