«Todo lo que nos rodea está vivo, tomad conciencia de ello, mostraos atentos con las plantas, con los animales y hasta con las piedras. Cuando caminéis por la naturaleza, si pasáis al lado de una roca, deteneos, acariciadla y decidle: «Ten paciencia aún, un día te liberarás de esta cárcel.» Y os agradecerá vuestras buenas palabras. Porque en ella hay un ser encarcelado que espera que este bloque de piedra se rompa en pedazos para recobrar la libertad. Los trozos de esta piedra se encuentran, en efecto, en mejores condiciones para evolucionar: se vuelven, poco a poco, una materia asimilable por el reino vegetal.

Y podéis decirle también a esta roca: «Admiro tu resistencia: desde hace siglos estás ahí, expuesta a la lluvia, al hielo, al calor extremo, y lo soportas todo sin quejarte. Dame un poco de tu resistencia, de tu solidez.» Si repetís a menudo este ejercicio con amor y confianza, la resistencia, la estabilidad que poseen las rocas penetrará en vosotros y sabréis manifestarlas después en la vida.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Roma, 1 abril 2018, cortesía de Sergi Bellver