«El silencio es la expresión de la paz, de la armonía y de la perfección. Aquél que empieza a amar el silencio, que comprende que el silencio le aporta las mejores condiciones para la actividad psíquica y espiritual, consigue poco a poco realizarlo en todo lo que hace: cuando desplaza los objetos, cuando habla, cuando camina, cuando trabaja, en lugar de hacerlo de forma precipitada, se vuelve más atento, más delicado, más flexible, y todo lo que hace está impregnado de algo que parece venir de otro mundo, de un mundo que es poesía, música, danza, inspiración…»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Parque Nacional de la Caldera de Taburiente (Isla de la Palma), 1 de abril de 2021 (cortesía de Alfonso de Pedro)