«Los colores son modulaciones de la luz y, a través de ellos, se manifiestan entidades que trabajan en las piedras, las plantas, los animales y los humanos. Aquél que se concentra en los colores, llega a hacerlos vivos en él: le ayudan a desarrollar las virtudes a las que están unidos, le sostienen en sus esfuerzos.
Para entrar en contacto con el mundo espiritual, pensad en serviros de los medios que os ofrece la naturaleza. Entre esos medios están los colores. Tomad el azul, por ejemplo, que es el color de la paz y de la verdad. De vez en cuando, sumergiros en él. Imaginad que estáis rodeados de rayos azules, sentid que os penetran: poco a poco una paz inmensa os invadirá. En esa paz profunda, vuestro corazón y vuestro intelecto enmudecen, os liberáis de los deseos, de los prejuicios, de las parcialidades y, todo, os parece más claro. El Cielo viene a reflejarse en vuestra alma como sobre la superficie inmóvil de un lago y, rodeados de esa paz, contempláis la verdad.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Parque Nacional Doñana, 22 marzo 2019, cortesía de Jaime Blanco