«Precisamente porque en el fondo de ellos mismos los humanos dan demasiada importancia al mal es por lo que no cesan de lamentarse diciendo: «¡Oh, en que mundo estamos viviendo! Las personas cada vez son más egoístas, más deshonestas, nunca cambiarán. Siempre triunfa la injusticia. Cualquier cosa que hagamos para mejorar la situación, nunca lo conseguiremos». Y de tanto que aprecian estos sentimientos, los invitan constantemente a su mesa: «Venid, venid, aquí hay alimento para vosotros.» Pues bien, esta actitud es muy peligrosa: Resaltando de esta forma el mal, no se le debilita, al contrario, se le estimula, se le refuerza. Así pues, en lo sucesivo, hay que estimular el bien diciendo: «Venid, ángeles… venid, espíritus celestiales… dadnos vuestra sabiduría, vuestro amor, vuestro poder, a fin de que cada día seamos capaces de aportar algo bueno a esta tierra.»»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago, salida de Frómista (cortesía de Claudia Carando)