«Debéis tomar un tren: no os esperará y por eso debéis apresuraros para llegar hasta la estación. Una vez en el tren, podéis descansar, porque incluso si tarda en llegar a su destino, vuestra impaciencia no le forzará a acelerarse. O incluso, tenéis semillas para plantar: para ello existe una estación, y debéis actuar a su debido tiempo. Una vez sembrado el terreno, no hay más que esperar; también aquí es inútil impacientarse.

Hay pues un tiempo para apresurarse y un tiempo para esperar, el descanso. Hay que apresurarse para no perder la ocasión que se presenta, y después esperar que el proceso se desarrolle de forma natural. Y esto también se constata en la vida espiritual. Cada vez que se os presenta una ocasión para uniros al Señor, a las entidades angélicas, o de hacer un trabajo de purificación, de armonización, apresuraros en captarla porque quizás tardará en repetirse. Si no la captáis, no servirá de nada que os alteréis para recuperar un tiempo irremediablemente perdido.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: doble arco iris sobre la Catedral de la Almudena (Madrid), 19 abril 2020, cortesía de Lucas Carmona