«Nunca dejéis de amar y de hacer el bien. Incluso si los demás os han engañado centenares de veces, dejad vuestra fuente fluir, sino seréis vosotros los que lo perderéis todo. Si os cerráis, por supuesto ya nadie podrá abusar de vosotros ni decepcionaros, pero el agua de vuestra fuente espiritual ya no manará y perderéis la vida. Si, porque cuando dejáis vuestra fuente secarse, el mundo divino se cierra, y os empobrecéis, os quedáis vacíos… Si a veces es útil, desde un punto de vista educativo, cerrarse frente a alguien para que aprenda a corregirse, es muy nocivo cerrarse hacia los humanos en general.

Sea o no la gente merecedora de ello, dejad, de todas formas, fluir en vosotros la fuente del amor. Diréis: “¡Si, pero es injusto, no se merecen que yo les ame!”. No importa, practicad esa injusticia, sino, ¡os convertiréis en un desierto!»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Vista desde el Roque de los Muchachos (Isla de la Palma), 1 de abril de 2021 (cortesía de Alfonso de Pedro)