«Para recibir las influencias benéficas que os rodean, debéis abriros. El Cielo ha distribuido en abundancia todas sus bendiciones, y si no las recibís, es porque tenéis una concepción de las cosas tan limitada que sois vosotros los que desconectáis del mundo divino. Después, os quejáis: “¡Oh, nadie me escucha, nadie me ayuda, los ángeles no existen, Dios no existe!” Así es: se meten ellos mismos en una situación deplorable, ¡y después sacan conclusiones sobe la existencia de Dios!…

Que traten de abrirse un poco al Cielo, de comunicarse con las entidades divinas y descubrirán que siempre han estado ahí para sostenerles, para iluminarles, que precisamente dependía de ellos recibir esa ayuda. Limitándonos, nos hacemos daño. Así pues es preciso abrirse, dilatarse y, entonces, sentiremos maravillados la bendición divina que está siempre encima de nosotros, alrededor de nosotros.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: vista desde La Machota camino de Zarzalejo (Madrid), 7 de abril de 2021 (cortesía de Francisco Limonche)