«Escuchad al violinista cómo afina su violín: debe hacerlo con una absoluta precisión, ni más alto ni mas bajo que el tono fundamental de acuerdo con el cual se afinan todos los instrumentos. Si no lo hace, no es aceptado en la orquesta.

Se puede comparar el ser humano con un instrumento de varias cuerdas, o también con un edificio de varios pisos, en donde viven juntos inquilinos de diferente clase. Estos inquilinos, que raramente están de acuerdo, toman la palabra sucesivamente. Nosotros debemos pues primero ver claro en nosotros mismos y luego buscar el tono fundamental a partir del cual afinaremos las cuerdas de nuestro instrumento o los inquilinos de nuestro edificio. Este tono, sólo lo encontraremos si nos esforzamos en orientarnos hacia la cima, el mundo divino.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: cielos en Palencia, 14 abril 2018, cortesía de Marga Lamoca