«Las piedras preciosas son la culminación de todo un trabajo de transformación realizado por la inteligencia de la naturaleza sobre la materia bruta que la tierra lleva en su seno; como si ellas quisieran no solo reflejar, sino concretizar la luz y los esplendores del Cielo. Por eso en muchas religiones y movimientos espirituales, las piedras preciosas son consideradas como símbolos de las virtudes divinas. Representan ese ideal hacia el cual debemos dirigirnos esforzándonos en transmutar la materia bruta de nuestros instintos.
Las piedras preciosas representan toda una enseñanza, porque son un vínculo con el mundo espiritual. Aprended a concentraros en ellas, en su pureza, en sus colores, en su poder para hacer pasar la luz, pedidles que entren en vosotros con todas sus propiedades y virtudes, alimentaros de sus quintaesencias y, que los mil fuegos de los zafiros, los diamantes, los rubís, las esmeraldas y topacios… iluminen todo vuestro ser.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: campo en Toledo, 25 abril 2019 (cortesía de Carchín Oriol)