«Un mago es un creador que posee, en primer lugar, una ciencia. Pero esta ciencia debe también ser sostenida y vivificada por el amor. Entonces, las palabras que pronuncia son verdaderamente palabras mágicas porque están llenas de esta luz y de este amor que las hacen poderosas hasta el punto de gobernar a la materia. La palabra sólo puede ser realizadora, sólo puede actuar sobre la materia para modelarla si está llena de amor y de luz. Y a cada criatura de Dios, como vosotros, le es dado poseer un día esta palabra mágica.

Si también vosotros trabajáis con la luz y con el amor, vuestras palabras producirán efectos en toda la creación, en el mundo visible y en el mundo invisible, y pondrán en marcha no sólo a los humanos, sino también a los espíritus de los cuatro elementos, a los ángeles, a los arcángeles y a las divinidades.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: patio en Buenos Aires, 24 abril 2020 (cortesía de Marta Sierra)