«El silencio es el idioma de la perfección, en tanto que el ruido es la expresión de un defecto, de una anomalía, o también de una vida que está todavía desordenada, anárquica, y que necesita ser educada, elaborada. Los niños, por ejemplo, son ruidosos porque desbordan energía y vitalidad. Al contrario, las personas mayores son silenciosas. Diréis: “Desde luego, está claro, las personas mayores aman el silencio porque tienen menos fuerza, entonces el ruido les fatiga”. Ciertamente, pero puede ser también que se haya producido una evolución en ellos, y es su espíritu ahora el que les empuja a entrar en el silencio. Para revisar su vida, reflexionar, extraer lecciones, tienen necesidad de ese silencio donde se hace todo un trabajo de desapego, de simplificación, de síntesis. La búsqueda de silencio es un proceso interior que conduce a los seres hacia la luz y la verdadera comprensión de las cosas.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en Burgos, 9 agosto 2020 (cortesía de Justo Mármol)