«Un verdadero mago sabe cómo hacer brotar de él la luz. No solo esta luz, su aura, le envuelve y le protege, sino que le proporciona la materia de su trabajo. Es gracias a esta materia sutil que puede crear y manifestar su poder. Ni siquiera es necesario que pronuncie palabras, basta con que proyecte su pensamiento, y ya es como si hablara. Esa palabra interior que es real, poderosa, mágica, es a la que también llamamos el verbo.
El verbo es un pensamiento que todavía no ha sido traducido en palabras, sino que se ha expresado ya en lo invisible mediante formas, colores, sonidos. Las piedras, las plantas, los animales y los humanos comprenden ese lenguaje; y los planetas, las estrellas, los ángeles y los arcángeles también ellos lo comprenden. En el mundo invisible, las criaturas no se hablan con las palabras de un idioma concreto, sino con colores, formas, melodías que emanan de ellas, y cada una sabe interpretar inmediatamente ese idioma.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: South Brenton Church Hill, Devon, Reino Unido (cortesía de John W. Green)