«Decís que buscáis a Dios. Pero nunca le encontrareis si no aprendéis primero a buscarlo en vosotros mismos. Buscándole ahí, en vosotros, hacéis brotar en vuestra alma y en vuestro espíritu una fuente de energías extremadamente poderosas. Sostenidos por ellas, animados por ellas, avanzareis firmemente por todos los caminos de la vida.
Los cristianos cantan el salmo: «El Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace reposar en verdes praderas. Me dirige hacia aguas tranquilas…» Pero con frecuencia, no son más que palabras que muchos pronuncian mecánicamente, automáticamente, sin tener conciencia de su poder. Porque en realidad, ese pastor está en ellos, y como está en ellos, extiende su poder y su protección sobre este inmenso rebaño que forman todas las células de su cuerpo, las alimenta y apacigua su sed. No hay nada más importante que desarrollar la conciencia de la presencia de Dios en uno mismo. Gracias a esta presencia, al pensamiento de esta presencia, todo se ordena, se calma, se soluciona, se equilibra, se armoniza. Y las «verdes praderas» y las «aguas tranquilas» del salmo, se convierten en imágenes llenas de sentido.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Entre Ponte de Lima y Rubiaes, Camino de Santiago portugués, 21 junio 2018