«Esforzaos por tomar conciencia de todas las riquezas que Dios os ha dado: vuestro corazón se llenará de una gratitud tal, de un amor tal, que sólo pensaréis en ayudar e iluminar a los demás. El que se siente rico no puede guardar todo para él, algo le obliga a hacer un reparto. Por el contrario, el que pasa el tiempo enumerando lo que le falta haciendo comparaciones con todo lo que los demás poseen, se vuelve celoso y envidioso. Como han sido más favorecidos que él, encuentra una justificación para enfrentarse a ellos de una manera o de otra para quitarles o destruir todo lo que, según él, tienen de más y debería ser suyo.
Es la pobreza, la pobreza bajo todas sus formas – material, moral, espiritual – la que está en el origen de la mayoría de los crímenes. Así pues, si queréis ser un benefactor de la humanidad, sentíos ricos por todas las riquezas que habéis recibido de la Providencia y que nadie os puede quitar.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Playa de Hendaya, Francia, 15 agosto 2015