«Cada mañana, al despertaros, ¿acaso sois inmediatamente conscientes de lo privilegiados que sois? Tenéis brazos, piernas, manos, una boca, orejas, ojos… Suponed que una mañana al despertaros constatáis que ya no podéis ver, ni oír, ni mover un miembro… Esto puede pasar (y también puede suceder que ¡no despertéis!)… Pero cada mañana os despertáis con todas vuestras facultades, y no sois ni conscientes ni agradecidos. Tenéis tesoros, tenéis posibilidades extraordinarias, y porque os falta algún dinero o porque no habéis podido conseguir los éxitos esperados, estáis siempre ahí quejándoos, rebelándoos y sintiéndoos desgraciados. Reflexionad un poco y mediréis esta ingratitud, esta falta de inteligencia.
Aprended a dar gracias cada día. Desde la mañana, cuando os despertáis y constatáis de que estáis ahí, intactos, con todas vuestras facultades, preparados para comenzar un nuevo día, agradeced, y os sentiréis felices.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: escena en Las Bodas (León), 1 agosto 2021, cortesía de Goio Iturregui