«Los seres humanos son comparables a flores o a frutos… Entrando en relación con ellos, observándoles, hablándoles, escuchándoles en los planos sutiles, podemos respirarlos, saborearlos incluso, son como un alimento. Sin embargo, la mayoría de las veces ¿qué hacen las personas que se encuentran? Se paran en los vestidos, las joyas, la cara, las manos, las piernas… No buscan alimentarse de toda esa vida que está ahí, escondida en los seres, esa vida que emana de su corazón, de su alma, de su espíritu. ¡Qué lastima!
Por lo tanto, en adelante, estad más atentos, aprended a apreciar a los humanos que son portadores de esa vida. Situaros frente a ellos pensando: «Gracias, Padre celestial… gracias, Madre divina. A través de esas flores y de esos frutos, tengo la posibilidad hoy de acercarme a vosotros, de contemplaros. A través de ese esplendor, puedo respirar vuestros perfumes, saborear vuestros sabores.» Y volveréis a vuestra casa felices, a causa de todos esos frutos y de esas flores que habréis encontrado.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Ponte de Lima, Camino de Santiago portugués, 21 junio 2018