«Poned en vuestra cabeza, en vuestro corazón, en vuestra alma un ideal sublime, un ideal que quizás no realizaréis jamás. Y no penséis que la búsqueda de ese ideal es desalentadora. Al contrario. Analizaos: ¿cómo os sentís cuando habéis obtenido lo que deseabais? Por un momento os sentís satisfechos, pero ¿y después?… Desde el momento que no debéis esforzaros más para obtener un nuevo objetivo, perdéis vuestra ilusión e incluso, a veces, el placer de vivir. Entonces, daros un objetivo que nunca alcanzaréis y así permaneceréis siempre despiertos, activos, entusiastas.

En su pensamiento, en sus deseos, el ser humano tiene posibilidades infinitas; en el mundo del alma y del espíritu, no hay límites para él. Si siente límites, es porque él mismo está limitado. Conscientemente debéis ser capaces de alimentar un ideal irrealizable: poco a poco sentís que, gracias a vuestros deseos y a vuestros pensamientos, conseguís elevaros muy arriba en el espacio: ahí, tratáis a seres y a elementos que están en correspondencia exacta con esos deseos, esos pensamientos y los atraéis hacia vosotros, os alimentáis de ellos.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Hendaya, 15 de diciembre de 2019