«Todos conocéis esos cuentos maravillosos en los que basta que un mago o una maga pronuncie algunas palabras para que aparezca un castillo, mesas cubiertas de los manjares más deliciosos, un gran pájaro para viajar en el espacio… Estos relatos, no son simples invenciones, tienen un sentido: no hacen más que recordar la época lejana en la que el hombre estaba en posesión de la palabra mágica. Pero poco a poco, hundiéndose en la materia, ha perdido su poder sobre ella, ya no ha sido capaz de dominarla. Cada día debe enfrentarse a la materia para darle forma, para procurar su subsistencia y encontrar un refugio, fabricar los objetos que le son necesarios y no cesa de oponerle una resistencia.
En realidad, el poder del verbo no ha sido definitivamente retirado al hombre y, es capaz de recuperarlo, con la condición de emprender un gran trabajo de transformación interior. Podemos definir el verbo como la síntesis de todas las expresiones de la vida psíquica. Ese trabajo de transformación comienza pues por el dominio de los pensamientos, de los sentimientos y de los deseos.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino del Salvador, Poladura de la Tercia (León), 6 de diciembre de 2019 (cortesía de José Antonio Cuñarro)