«Deseáis la armonía, deseáis la paz, y ellas son efectivamente los bienes más preciosos. Sin embargo, no olvidéis que solo podréis progresar si primero encontráis dificultades y oposiciones. Aquél que cree poder encontrar la armonía y la paz sin antes haber aprendido a superar los obstáculos, se está labrando una vida de debilidad y desórdenes, porque se dejará llevar por las facilidades y por la pereza.

La verdadera armonía, la verdadera paz, son la recompensa que reciben solo aquellos que han logrado conquistarlas manifestando cualidades de resistencia, de bondad, de sacrificio. Han aprendido a utilizarlo todo, a transformarlo todo, a mejorarlo todo; y aunque deban sufrir pruebas y sufran por ello, ya no se alterarán ni alterarán a los demás. Gracias a un trabajo constante, entran en relación con las entidades luminosas del mundo invisible, y desde ese instante alcanzan la verdadera paz, la verdadera armonía.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Valle Sagrado (Perú), 28 diciembre 2018 (cortesía de Alfonso de Pedro)