«Este sentimiento que a veces experimentamos de que la inmensidad, lo ilimitado es la verdadera patria de nuestra alma, no es una ilusión, tiene su origen en nuestra estructura psíquica. Por esto, aquellos que rehúsan tener en cuenta estas necesidades de su alma, sentirán siempre en el fondo de sí mismos una especie de insatisfacción. Aunque tengan fortuna, reciban honores, tengan éxito, alcancen la gloria, siempre tendrán la sensación de que les falta algo. Es inútil tratar de negar o de rechazar esta sensación por los medios que sean; porque está ahí para obligarles a caminar por el camino que les conducirá hasta la Fuente de la luz.
Dios no puede ser visto, ni oído, ni tocado, ni explicado, ni alcanzado. Sin embargo, sentimos la necesidad irresistible de ir en su búsqueda. Y es Dios mismo quien ha puesto esta necesidad en nosotros para que nunca dejemos de avanzar. Lo esencial es no detenerse nunca.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Muxia, A Coruña, final del camino de Finisterre, mayo 2016 (cortesía de Maribel Bosque)