«Evidentemente, no es reprochable manifestar interés y comprensión por las diversas formas de espiritualidad. Lo que es peligroso, es dispersarse, es no escoger nunca un método de trabajo interior y mantenerlo. La cuestión no es tampoco saber si es necesario ser católico, protestante, ortodoxo, musulmán, budista, taoísta, o nada de todo esto. La cuestión – y ésta se plantea a cada uno, creyente o no creyente– es detenerse en ciertas verdades esenciales y esforzarse en ponerlas en práctica.

Hay que comprender que la espiritualidad no es una disciplina optativa que podemos escoger practicar o no, como se hace con los idiomas extranjeros, el arte, el deporte, etc. Dada la estructura del ser humano, la espiritualidad es para él una necesidad vital, y mientras no tome conciencia de esta necesidad, se entregará a actividades inútiles e incluso peligrosas para él y para los demás. Tal como está construido, el ser humano tiene una necesidad esencial de encontrar un alimento para su alma y su espíritu, y de alimentarse todos los días.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: pintura de Nicholas Roerich: St. Pantelemon the Healer (1932)