“El invierno es el símbolo de las condiciones difíciles de la vida. Durante el invierno, todas las fuerzas de la vegetación descienden y se concentran en las raíces, donde se hace un gran trabajo. Las raíces representan la subconsciencia. Durante el invierno, es decir, durante las dificultades, el sufrimiento, la soledad, las energías se retiran al interior, en nuestra subconsciencia, y ahí se producen grandes cambios.
No hay que inquietarse, porque eso significa que pronto esas energías se liberarán y que habrá, de nuevo, toda una floración, una cosecha abundante. Hay pues que tener paciencia y esperar a que las corrientes suban a la consciencia y a la supraconsciencia. No obstante, para ello es preciso conocer las leyes. Durante este período de frío, no hay que quejarse ni rebelarse; hay que encender el fuego en sí mismo para calentar nuestro corazón y el de los demás.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Monte Turbón (Huesca), 3 enero 2022 (cortesía de Carlos Bravo Suárez)