«Cuando conseguís hacer reinar en vosotros el silencio, la paz, la luz, es porque, al menos por un momento, habéis podido alcanzar las regiones del alma y del espíritu que lleváis en vosotros desde toda la eternidad. Estas regiones a las que es difícil tener acceso en la vida ordinaria, la mayoría de los humanos ni siquiera sospecha de su existencia. Porque de la misma manera que ignoran lo que pasa en su subconsciente, ignoran también lo que pasa arriba en el cielo, su cielo, su espíritu, su conciencia divina.

Meditáis por ejemplo sobre un tema de orden espiritual que encontráis difícil de resolver. Entráis profundamente en vosotros mismos para tener una respuesta, y después de cierto tiempo, en ese silencio, la luz se hace poco a poco, y se os da una respuesta. ¿Qué ha pasado? ¿De dónde os viene esta comprensión? Vuestro espíritu la poseía, pero vuestra conciencia todavía no había llegado a elevarse hasta ahí. Pero ahora, protegido de la agitación y del ruido, vuestro pensamiento se ha proyectado en el espacio y habéis recibido una revelación.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: San Martín de los Andes, Patagonia, Argentina, 26 enero 2019 (cortesía de Marta Sierra)