«Los humanos buscan demasiado frecuentemente una alimentación en aquello que no es esencial. Pasan la mayor parte de su tiempo en ocupaciones que no aportan nada a su espíritu, y se justifican diciendo que la vida cotidiana, sus obligaciones, la familia, el trabajo, la sociedad, les obligan a actividades en las que el espíritu no puede participar. Lo cual es inexacto, porque el espíritu tiene algo que decir en todas partes.
Para no perder nunca de vista lo esencial, debemos organizar nuestra existencia alrededor de ese centro, el espíritu, la chispa que nos habita. Es así como todas nuestras actividades, incluso nuestras distracciones, contribuirán a alimentar la vida en nosotros. El espíritu que habita en el hombre no rechaza el hígado, los intestinos o los pies bajo el pretexto de que no tienen actividades tan nobles como él. Todo está en su sitio, y el espíritu se sirve de ello. Pero cuando falta, en el centro, esa fuerza que unifica, que gobierna, todos los elementos comienzan a dispersarse, y es la muerte la que sigue, la muerte espiritual.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: La Quinta de El Pardo, Madrid, 12 enero 2019 (cortesía de Cristina García Orcoyen)