«¿Deseáis atraer la benevolencia de las entidades celestes con el fin de que éstas favorezcan la realización de vuestros proyectos? Trabajad con la armonía. Dondequiera que estén, las entidades luminosas se sienten atraídas por esta armonía que saben crear entre sí todos aquellos que se ponen al servicio de una idea divina. Ellas se dicen entre sí: «A diferencia de los demás humanos que sólo se unen para fulminarse, para enfrentarse contra enemigos reales o imaginarios, he aquí unos seres que se han reunido para crear la unidad, para preparar el Reino de Dios. Vayamos a visitarles, a ayudarles.» De este estado de armonía siempre se desprende un perfume, un perfume que quizás los humanos no perciben, pero que estas entidades sienten. E incluso las estrellas allá en el cielo les sonríen y les envían mensajes de amor.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: cielo en Albendea, Cuenca, 27 enero 2018 (cortesía de David Moratilla)