«Una idea no es una abstracción, una idea es un ser vivo; y una idea divina es una criatura que desciende del mundo del espíritu. Esta criatura hace un trabajo sobre vosotros: mientras la mantengáis, mientras la alimentéis, ella os conforma, os modela, hasta el punto que un día llegaréis a reflejar ese mundo sublime del cual procede: el mundo de los arquetipos donde habitan estas criaturas que, justamente, se llaman las Ideas. Es por ello que, antes de acepar una idea, es muy importante dar prueba de vigilancia, de lucidez, y de estudiarla bien para saber a dónde os arrastrará.
Cualesquiera que sean las condiciones con las que os encontréis, no aceptéis trabajar más que por una idea divina: os dará todas las condiciones para mejoraros y hará de vosotros ciudadanos de ese mundo donde habita. A través de las Ideas establecéis vínculos con las regiones celestiales; son como abejas que os aportan la mejor nutrición para vuestra alma y vuestro espíritu.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Hoces de Duratón Segovia, 7 enero 2017 (cortesía de Conchita Redón)