“Abrid en vosotros la fuente del amor. A través de vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, vuestros deseos, vuestras palabras, proyectadlo sobre todas las criaturas, sobre todos los objetos alrededor de vosotros y, más allá, sobre los árboles, las montañas, los océanos… Incluso si estáis solos, pensad en pronunciar palabras de paz, de esperanza, de alegría para todos los hombres de la tierra sabiendo que producirán resultados en alguna parte, no importa dónde. Todavía no sabéis lo que es posible realizar con el amor.
Y como solo podéis dar a los demás aquello que ya poseéis en vosotros mismos, tratad de crear primero en vosotros la armonía y la luz ; y después, cuando sintáis que habéis conseguido convertir esta armonía y esta luz palpables en vuestro corazón y en vuestra alma, proyectadlas en el espacio. Esto es trabajar con el amor : convertirse en una presencia benéfica para el mundo entero”.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: pintura de Nicholas Roerich, “En-no-Gyoja, the Friend of the Travelers” (1925)