“La Inteligencia cósmica envía sin cesar, a través del espacio, cohortes de seres angélicos para que iluminen a los humanos, les ayuden, les refuercen. Os preguntáis por qué vosotros no recibís esta ayuda, por qué no sentís nada… Es porque con vuestras debilidades, vuestras impurezas, vuestros malos hábitos, habéis formado poco a poco a vuestro alrededor, una especie de caparazón que os hace impermeables a las influencias celestiales. El único medio de romper este caparazón es emprender un trabajo de limpieza y de purificación. Decíos cada día que toda renuncia a un vicio, a una costumbre perniciosa, abre las puertas a las entidades luminosas.
  
Puesto que hay tantos amigos del mundo invisible que quieren ayudaros, ¿ por qué impedírselo ? Preparad un poco el terreno, despojaros de todo lo que os arrastra aquí y allá, abridles vuestro corazón y vuestra alma diciendo : «¡Sed bienvenidos, espíritus luminosos, tengo necesidad de vosotros, entrad en mi morada!»”

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: “Remember” (1924), pintura de Nicholas Roerich